Hace un par de días reviví una de las experiencias que ya pensé
que jamás volvería a sentir: La música.
De esas veces que
se te ponen los pelos de punta al escuchar como unas simples personas, de esas
que te puedes encontrar en la parada del autobús o en la cola del supermercado,
son capaces de unir sus voces y dejar que te evadas durante unos instantes de la
cruda realidad; para que cuando te devuelven, mostrarte que aún no hay nada
perdido ya que si tienes fe todo saldrá bien.
No hablaré de
religión ni derivados, porque cada uno es libre de hacer lo que quiera.
Pero hubo una cosa
que sí que hizo que me parara a reflexionar y llevo todo el fin de semana
dándole vueltas...
¿Por qué hemos
dejado que nos atrape la monotonía? Todos los días se nos antojan iguales y nos
quejamos de ello, pero no le ponemos solución.
¿Por qué si
alguien nos dice que no podemos simplemente le creemos? Si nos dicen que no
podemos ahí tenemos que estar al pie del cañón para demostrar que podemos. No
existen límites, el límite lo pones tú. Nos vendrán mil adversidades a lo largo de este camino al que
llamamos vida, pero depende de nosotros enfrentarnos a ellas.
Un buen amigo me
dijo una vez que somos jóvenes y que hay que empezar a vivir cada día de manera
única porque no se repetirá jamás. Salir, reír, estudiar, agobiarse, disfrutar
de la familia, los amigos... Porque hoy sí sabemos dónde estamos, pero ¿y
mañana? ¿Seguiremos en el mismo sitio? Eso es algo que nunca vamos a saber
hasta que no llegue el momento.
No me considero la
persona más alegre del mundo, pero algo que sí que me define es luchadora. Da
igual lo que me venga y las veces que me caiga porque tarde o temprano me acabo
levantando. Habrá mil cosas que me duelan y las cuales me cuesten superar, pero
sé que soy capaz de ello; porque no hay cosa que más coraje dé que arrepentirse
de algo por no haberlo hecho que por haberlo intentado.
Nunca sabrás el
resultado sin haberlo intentado. Si no sale bien a la primera no pasa nada, no
todo es coser y cantar. Hay que ser fuerte y luchar por aquello que de verdad
se quiere. Dejarse de tantos rodeos y enfrentarse a aquello que nos venga.
Depende única y exclusivamente de nosotros levantarnos, sonreír y con fuerzas
renovadas después de una caída seguir avanzando. No todo en la vida es
ascender, ni una escalera como nos lo han pintado siempre. La vida es un
constante sube y baja que tan pronto nos tiene alegres, como tristes. Pero lo
importante es no perder la esperanza ni la ilusión por aquello que de verdad
queremos.
Sé que no puedo
cambiar el mundo, pero sí puedo luchar por hacer de mi pequeño mundo un lugar
mejor para mí y para los que me rodean. ¿Miedo? Por supuesto, es algo que todos
los seres humanos tenemos. Aunque a pesar de todo nunca pararé de luchar,
porque si está pasando todo lo que está pasando alguna razón habrá.
No entra dentro de
mis opciones el rendirme y sé que tú, que estás leyendo esto pensaras que estoy
loca, pero también en el fondo sabrás que llevo razón en ciertos aspectos.
Quiero que si estás leyendo esto no te rindas, pase lo que pase, porque si
dejas de luchar te arrepentirás.
Haz de tu vida aquello
que te guste. Ten tus metas claras y si son muy grandes divídelas en pasitos para irlas cumpliendo poco a poco, porque en
esta vida solo es imposible aquello que no intentas.
Para acabar dejo
la canción que dio fin al espectáculo que estos alumnos de música hicieron
recordándome que en la vida hay que luchar por lo que se quiere.