Una de la mañana, a la salida de urgencias del hospital. Allí estaba ella, llorando después de todo lo que había pasado ese día y lo que aún sabía que le quedaba. Cogió un taxi que la llevara a casa y una vez dentro dejó que todo saliera. ¿Por qué le tenía que pasar esto a ella? Un pitido la sacó de su drama.
"¿Qué te ha dicho el médico?" Más lágrimas surcaban sus mejillas, las paredes se le echaban encima, sentía que se ahogaba.
"Ven, por favor". Un solo mensaje, y no hubo dudas.
Se citaron en el sitio de siempre. Él puntual, ella sin tener muy claro como había sido capaz de llegar. La noche se cernía sobre ellos, siendo iluminados únicamente por la luz de una farola cercana, creando así una atmósfera que invitaba a que los fantasmas que la llevaban atormentando desde hace meses dieran la cara. El banco donde se encontraban como único testigo de esa profunda confesión.
Él esperó pacientemente, no le importaba la hora ni el frío. Sabía que detrás de aquella fachada algo se había estado ocultando. La conocía lo suficiente para saberlo, aunque a veces eso no bastaba.
Poco a poco las lágrimas de ella dieron paso a las palabras y lo contó. Relató sus miedos, sus dudas, su soledad en la noche y las continuas idas y venidas al hospital.
- Nadie debería de pasar por esto... ¿Por qué a mí?
- Sabes que las cosas pasan por algo.
- Lo sé, pero...
- Lo importante es que estés sana. Y yo estaré ahí para recordartelo, ¿de acuerdo? - la cortó él.
Ella lo miró y por primera vez sonrió de verdad. Había costado, pero por fin empezó a notar que quizás, y solo quizás, salieran como salieran las cosas, había alguien que le recordaría que había luz al final del túnel.
"¿Qué te ha dicho el médico?" Más lágrimas surcaban sus mejillas, las paredes se le echaban encima, sentía que se ahogaba.
"Ven, por favor". Un solo mensaje, y no hubo dudas.
Se citaron en el sitio de siempre. Él puntual, ella sin tener muy claro como había sido capaz de llegar. La noche se cernía sobre ellos, siendo iluminados únicamente por la luz de una farola cercana, creando así una atmósfera que invitaba a que los fantasmas que la llevaban atormentando desde hace meses dieran la cara. El banco donde se encontraban como único testigo de esa profunda confesión.
Él esperó pacientemente, no le importaba la hora ni el frío. Sabía que detrás de aquella fachada algo se había estado ocultando. La conocía lo suficiente para saberlo, aunque a veces eso no bastaba.
Poco a poco las lágrimas de ella dieron paso a las palabras y lo contó. Relató sus miedos, sus dudas, su soledad en la noche y las continuas idas y venidas al hospital.
- Nadie debería de pasar por esto... ¿Por qué a mí?
- Sabes que las cosas pasan por algo.
- Lo sé, pero...
- Lo importante es que estés sana. Y yo estaré ahí para recordartelo, ¿de acuerdo? - la cortó él.
Ella lo miró y por primera vez sonrió de verdad. Había costado, pero por fin empezó a notar que quizás, y solo quizás, salieran como salieran las cosas, había alguien que le recordaría que había luz al final del túnel.