sábado, 8 de diciembre de 2018

Magia

Mismo parque, mismas personas, casi dos años mas tarde...


-Llegas tarde- reprocha él levantándose a saludarla. 

-Lo siento, me he entretenido. 

-Ya claro como siempre. 

Dos besos... Atrás quedaron esos abrazos interminables y esas muestras de cariño. Se sientan cada uno en una esquina del mismo banco que fue testigo de una promesa tiempo atrás. 

-¿De qué querías hablarme?- sin rodeos, directo al grano. Como siempre que hay algo que le incomoda. 

-Pues...- se atasca, no sabe por donde empezar. Le diría mil cosas que constantemente la martillean. Llevaba un discurso preparado que no ha parado de repetirse desde que él accedió a quedar con ella; aunque ahora parece una tontería. 

Él la mira expectante. Ella le devuelve la mirada, pero no le ve. No ve a ese chico que hace tiempo estuvo llorando y por el que ella luchó para sacarle esa sonrisa que tanto la alegraba. Y eso la apena... 

-Venga dime.

-Te echo de menos... 

Permanecen en silencio, solo se escucha el canto de los pájaros que comienzan a callarse al percatarse de lo que sucede justo debajo de ellos. 

-Me prometiste que nunca te irías y has estado a punto de irte dos veces. Dos veces joder... Prometimos no mentirnos, dijiste que no te irías a no ser que te lo pidiera y en dos jodidas ocasiones he estado a punto de perderte. ¿No pensaste en mí ni en la promesa en esos momentos? ¿En tu familia quizás? Ya me has demostrado lo que te importo, perdón, ya me lo demostraste esas dos veces. 

Ella agacha la cabeza, sabe que tiene razón y que fue muy egoísta por su parte... Él se levanta del banco y se aleja unos pasos.

-Pensé que estarías mejor sin mí... Siempre dices que en una balanza las cosas buenas que te daba superaban a las malas y que teníamos que quedarnos con eso - su mirada se vuelve fría, odia hablar de ese tema y si lo puede evitar mejor. 

-Pero, a pesar de eso, conseguiste salvarme y aquí estoy; después de ocho meses de lucha y de caerme y levantarme he salido - levantó la vista y clavó sus ojos azules en los de él. Esos que tanto le gustan cuando se levanta por las mañanas, los ojos de una persona muy importante para él y a la que quiere como a una hermana. 

Se sienta de nuevo y suspira. 

-Ya nada es como antes, hemos cambiado demasiado los dos. 

Ella sonríe y le mira.

-Una vez me dijeron que no tenemos una varita mágica para cambiar las cosas en un santiamén y que vuelvan a estar como antes ni siquiera a estar bien. Tú no crees en la magia... Pero yo si creo en que las cosas se pueden arreglar. No quiero un tener que estar pegados las 24 horas del día, no quiero que nos controlemos, no quiero enfados tontos... Somos mucho más que eso. No creo en un infinito, pero sí en la magia que puede haber entre dos personas. Quiero que cuando acabe las clases haya un mensaje tuyo preguntándome como me ha ido el día, que esperes con ilusión mi vuelta a casa, mis visitas, mis abrazos, mis sonrisas... Quiero poder estar todo el día hablando de nuestras tonterías y que me puedas hablar de cualquier tema: desde tallas de sujetadores a vocabulario que no entendemos ni el uno ni el otro. 

Él la mira aún sin entender del todo a donde quiere llegar.

-Me agobié, me tenías controlado y eso fue aumentando día a día hasta llegar un punto en el que no podía destruir los cimientos que levanté sin darme cuenta...

Ella se gira para quedarse cara a cara y le pide que la mire.

-¿Y por qué no me lo dijiste? En ningún momento quise controlarte de ese modo... Tenía miedo de perder a mi mejor amigo, supongo que el mismo miedo que tenías tú hace un año cuando me fui de aquí. Así que... lo siento. Siento no comprenderte tal y como debería a veces.

Él aparta la mirada y sonríe; ella le acaricia la cara y se levanta. Se sorprende de lo frías que tiene las manos y la mira. 

-¿A dónde vas? 

-Me pediste que no me fuera si no me lo pedías. Ahora intento no alejarme pero tú me echas cada vez que intento acercarme y con eso poco a poco me vas quitando la vida que me diste... Te quiero como a un hermano y eres super importante para mí... Quizás aún no es demasiado tarde, así que dime: ¿A dónde voy? 

domingo, 11 de noviembre de 2018

Mi dilema

El viento entraba por la ventanilla trayendo consigo el olor a mar. Cerré los ojos y disfruté de la sensación de la brisa acariciando mi piel.

-Ya estamos llegando- anunció. Noté la fuerza de su mirada clavada en mí- ¿En qué piensas?
-En lo frágiles que somos las personas- contesté mirándole de reojo. Su mirada inquisitiva no me pasó desapercibida.
-¿Aún con recuerdos del pasado?- alzó una ceja, enfatizando de ese modo su pregunta.
-No son solo recuerdos, es parte de mí...
-Sinceramente a veces no termino de entenderte, no quiero que vuelvas a recaer...- apartó su vista de mí para concentrarse en la carretera.

Lo observé durante unos instantes. Había crecido mucho desde la última vez que lo vi, rasgos más definidos, musculatura marcada de horas de gimnasio... todo en él desprendía masculinidad; pero su mirada seguía siendo la de ese muchacho de 16 años que conocí en el instituto. Sonreí ante aquellos recuerdos, había llovido mucho desde entonces. Él percibió mi sonrisa porque desvió la vista de la carretera para centrarse de nuevo en mí.

-Creo que nunca terminaré de recuperarme...
-Pero...
-No puedes intentar arreglar a una persona si no eres tú primero la que está bien. Soy de las que arriesga todo por todo el mundo, sin importarme las consecuencias- hice un gesto y detuve todas las palabras que se agolpaban en su mente y luchaban por salir a flote- eso también te incluye a ti. Sin tí no estaría aquí. Se avecina una época de cambios, lo puedo sentir.

Bajó la mirada y volvió a concentrarse en la carretera. Era consciente de que no le gustaba que sacara el tema, aunque en el fondo sabía que mi intuición no solía fallar.

-Son muchos cambios los que vienen, nos gusten o no. Quizás nunca llegue a estar completa del todo... O puede ser que sí. Lo único que te puedo asegurar a ciencia cierta es que voy a luchar por lo que quiero y por los que quiero. Me tocará ser fuerte por muchos de vosotros en miles de ocasiones y a vosotros serlo por mí en otras tantas... Si te soy sincera no me arrepiento de nada de lo que he pasado porque si miras a tu alrededor verás que no todo es tan malo como parece. Somos dueños de nuestro destino hasta cierto punto y a veces pasan cosas sin explicación; todo es parte de la vida- suspiré y cerré los ojos de nuevo.

Sentí el calor de su mano rodeando la mía y así continuamos viajando, en esto que llaman vida.




Pic by: Aleksander Nakic

domingo, 20 de mayo de 2018

Wipe your tears

Sabía que tenía que ser fuerte y superarlo aunque por ahora fuera imposible y solo se engañase a sí misma. Podía intentar evitarlo, pero sabía que aquello no era lo correcto. Le gustaría seguir conservando su amistad, pero sentía que la había engañado.

Se acercó a la ventana y se sentó en el suelo a contemplar el cielo gris.  La lluvia comenzó a caer suavemente, salpicando la ventana de pequeñas gotas. Los momentos que pasó con Roberto volvieron a atacarla. De repente empezó a llover más fuerte y los recuerdos comenzaron a sucederse más rápido. Las gotas resbalaban por el cristal llevándose todos los posibles buenos momentos que pasaron juntos. Cerró los ojos y dejó caer la cabeza... Notó como dos lágrimas recelosas empezaron a caer despacio, seguidas rápidamente por más. La lluvia hacía eco del llanto que crecía en su pecho. No podía engañarse más a sí misma, todavía le amaba, y eso sería así durante un tiempo. Lo vivido no se puede superar de un día para otro. Pero ¿qué han vivido? Para ella ha sido todo como un sueño muy bonito, en cambio para él simplemente ha sido una más y eso es lo que más le duele.

En ese momento un rayo iluminó la habitación. Marina alzó la cabeza y logró ver la foto que decoraba su escritorio. Se levantó pesadamente y la cogió, acariciando el marco con las puntas de los dedos.

“Ya nada volverá a ser igual. Me ha traicionado”. Otro rayo iluminó la estancia. En un impulso tiró con violencia el marco que se rompió al estrellarse contra el suelo provocando que los trozos se esparcieran por todas partes, como su corazón. Se dejó caer abatida de nuevo al suelo. Esta vez la habían ganado. Se tapó la cara con las manos y comenzó a llorar de nuevo, mientras la lluvia seguía y seguía... A esos rayos además se les habían sumado el ruido del viento y los truenos. Parecía que el tiempo sentía su dolor.

Zapatos incómodos

Hola, sé que hace mucho que no escribo, pero era necesario un tiempo para poder poner un poco en orden mi vida. Esta entrada es bastante p...